Historia de la Fotografía en México

Un equipo completo de daguerrotipo y 80 láminas de plaqué. Estos materiales fotográficos fueron, al parecer, los primeros en pisar tierra mexicana a tan sólo seis meses de su descubrimiento, y con la misma rapidez con que llegaron su uso se expandió, y se prepararon nuevos profesionales con la intención de crear y recrear las”imágenes dibujadas con luz”.
De este modo, se abrieron diversos estudios fotográficos en las ciudades más importantes del país, a donde sólo iban los personajes más acauda lados para”hacerse retratar”, pues su costo era muy elevado. Si bien es cierto que el género del retrato es el que más se desarrolló durante esos primeros años fotográficos, también se hicieron tomas de paisajes, de ruinas precolombinas, vistas de la ciudad e incluso se llegaron a registrar algunos hechos bélicos. Parte de estas imágenes las hicieron, además de Nacionales, algunos estudiosos extranjeros como John Lloyd Stephens, Frederich Catherwood y Désiré Charnay en zonas arqueológicas y Théodore Tiffereau en diversas regiones mineras del país.
El daguerrotipo se utilizó en México principalmente de 1840 a 1847, pero perdió popularidad con la llegada de otras técnicas de realización: el ambrotipo y el ferrotipo utilizados básicamente entre los años de 1848 y 1860, que gracias a sus bajos costos fue posible que las clases populares tuv leran acceso al retrato fotográfico. Sin embargo, su escasa calidad gráfica contribuyó a que fueran sustituidos por otra técnica que presentaba mejores tiempos de exposición, más brillantes contrastes y múltiples tonos en la representación. Fue el colodión húmedo con el que la foto tuvo su mayor auge comercial, pues además, como innovación, creó la posibilidad de reproducir en serie la misma imagen.
Uno de los ejemplos más claros de cómo se aprovechó la oportunidad de multirreproducción se vio durante el imperlo de Maximiliano y Carlota entre 1863 y 1866, ya que a través de las fotos éstos difundieron su imagen como recurso publicitarlo propiciando que la fotografía comenzara a realizarse con diferentes intenciones y usos sociales. Durante el porfir lato la fotografía de registro tuvo un lugar destacado, ya fuera para dar seguimiento a la construcción de puertos, del Ferrocarril Nacional e incluso para reconocimiento de las zonas geográficas y Haciendas más distantes del país. Porfirio Díaz contrató a fotógrafos extranjeros para realizar este tipo de trabajos como Ab el Briquet, Charles B. W alte, W. Scott y Will lam Henry Jackson.
La visión folklorizada que de los indígenas tenía el porfiriato también se extendió con el retrato de los tipos físicos, y fue Ybañez y Sora uno de sus mejores realizadores. Este género costumbrista idealizaba y descontextualizaba a los personajes y tuvo un gran auge en el extranjero. Por otro lado, la fotografía de temas arquitectónicos encontró en Guillermo Kahlo a uno de sus más destacados representantes, y en Hugo Brehme el paisaje cobró un aspecto bucólico de gran calidad. Sin embargo, el retrato comercial continuó siendo el género por excelencia de ese periodo finisecular; y entre los gabinetes fotográficos más renombrados podemos citar el de los socios Antíoco Cruces y Luis Campa, los Hermanos Valleto, Celestino Álvarez, Octaviano de la Mora, en Jalisco, y Pedro González, en San Luis Potosí. De ese tiempo uno de los más conocidos retratistas fue el guanajuatense Romualdo García, por su lente pasaron y posaron una amplia gama de tipos sociales, desde el hacendado y el terraten lente, hasta los mineros, los obreros y campesinos quienes conformaron un maravilloso mosaico tipológico de la época.
El camblo gestado a raíz del movimiento armado de 1910, también quedó registrado en las placas de audaces fotógrafos. Muchos de ellos eran fotógrafos de gabinete, otros provenían del fotoperiodismo y los menos se formaron al fragor de los disparos, pero sin duda todos ellos contribuyeron a la creación de una nueva iconografía. Ante esa nueva realidad, nuevos temas se impus leron con modernos tratam lentos y diferentes estilos; ello es posible constatarlo en el material legado por Agustín Víctor Casasola, quien reunió las placas de fotógrafos Nacionales y extranjeros: un ampllo e invaluable archivo que tuvo como condición original el servir de agencia gráfica informativa a diversos periódicos y revistas desde el año de 1911.
Es con esas imágenes de atractivos revolucionarlos, envalentonadas”adelitas” y decididos”juanes”, con lo que se inicia una transformación fotográfica que rendirá sus frutos en el periodo posrevolucionarlo. los años veinte, con su encanto, con su contraste soci al, con la promesa de un nuevo régimen que p lanteaba cambios en el aspecto social, político, económico y cultural, atrajeron a dos fotógrafos extranjeros: el estadounidense Edward Weston y su acompañante la italiana Tina Modotti, quienes llegaron con una visión totalmente vanguardista de la fotografía, concibiéndo la como arte con un sentido estético propiamente fotográfico y lejos de los cánones pictóricos.
Esta nueva vertiente sacudió las viejas conciencias y generó nuevos fotoartistas como los reconocidos Manuel Álvarez Bravo y Lola Álvarez Bravo, entre otros. En el gremlo de los reporteros gráficos también la re alidad social y cultural impuso una nueva forma de capturar la noticia, y por ende procuraron mejorar tanto su calidad gráfica como su estilo de trabajo. Para los años treinta y cuarenta el fotoperlodismo fue el género que más auge tuvo, ya que era la época de oro de las revistas ilustradas. Las imágenes creadas contenían elementos de un gran sentido del humor, eran críticas y mordaces, procuraban las más audaces noticias y contenían composiclones, ángulos de toma y elementos estéticos muy novedosos. En esos años trabajaron para diversos Diarios y revistas los miembros de la familia Casasola -los hijos y sobrinos-, así como Enrique Díaz Reyna, Enrique Delgado, Luis Zendejas y Manuel García, entre muchos otros, quienes le dieron renovada actividad al fotoperlodismo. En los años cincuenta se empezaron a hacer más rígidas las imágenes fotoperlodísticas, su discurso se oficializó y compartió con el régimen sus simpatías.
Son principalmente dos jóvenes, pertenecientes a esta década los que se deslindaron y continuaron con un estilo gráfico más crítico: Nacho López y Héctor García, quienes se convirtieron en los continuadores de un perlodismo agudo y mordaz y vieron mayores frutos de su trabajo en la prensa Nacional después de detonado el movimiento estudiantil en 1968.
La fotografía como denuncia social
Es en los años setenta cuando se observa la fusión de diversos estilos con una marcada intención soci al. Así, los retratos, los ensayos gráficos, los fotorreportajes y las notas gráficas pretendían denunc lar injusticias sociales, económicas y políticas. los fotógrafos Nacionales tomaron un matiz latinoamericanizado y las imágenes de denuncia tuvieron un lugar destacado en el marco de la producción Nacional: Para 1976 estos fotógrafos instauraron el Consejo Mexicano de Fotografía como promotor de diversos encuentros internacionales, entre los que destacan los Coloquios latinoamericanos de Fotografía cuyo primer encuentro se realizó en 1978.
Asimismo, uno de los mayores logros de esos años fue la concepción de la fotografía como un ente propio con límites y alcances ajenos a otras manifestaciones plásticas. Gracias a esta circunstancia se creó en 1980 la Bienal de Fotografía.
Por otro lado, sectores de fotógrafos que tenían diferentes intenclones comenzaron a recrear su mundo interior, o bien buscaron un enfoque más esteticista de la realidad, enfatizando en la creación de imágenes, el montaje de escenarlos, la formación de fotos lúdicas, procurando una inmejorable calidad técnica, a diferencia de aquellos que veían en la foto soci al la necesidad de profundizar en el contenido y descuidaban en gran medida los aspectos formales. Sin embargo, existen quienes lograron encontrar un equilibrlo dialéctico y generaron una obra de alta calidad y con un fuerte contenido temático; sólo por citar algunos ejemplos están: Mariana Yampolsky, Graciela Iturbide, Pedro Meyer y Gerardo Suter.
Los quehaceres de la fotografía se han ampliado, sus maneras de realización también, el oficio de fotógrafo se ha extendido más allá de lo imaginable en éste su 160 cumpleaños. Actualmente, el Centro de la Imagen es la institución oficial y el eje organizador de los eventos, de cursos y conferenc las, de la edición de diversas publicacilones y promueve las Bien ales de Fotografía y -desde 1994- las de Fotoperiodismo. También es promotor del conocido Fotoseptiembre, donde se da la oportunidad de exhibir y conocer los materiales creados en el país tanto de profesionistas como de dilettantes de la imagen. Por ello, en esta brevísima historia no quiero dejar de mencionar la amplia gama de trabajos que ahora se presentan.
Entre los jóvenes que se inician en el oficlo las posibilidades son infinitas gracias a los avances tecnológicos fotográficos y de la computadora. Hay quienes siguen fieles a la tradición de la cámara, del tripié y del trabajo de laboratorlo, frente a quienes procuran encontrar en la fotografía un medio de comunicación que puede entretejerse con otros más. Por ejemplo en la obra de Javier Orozco es posible encontrar al descubierto un mundo interior con elementos construidos y con una alta tecnologización y en la de Martirene alcántara las líneas y segmentos arquitectónicos nos refieren un ángulo diferente e innovador del mundo exterlor con el que se encuentra cotidianamente. Todos ellos forman parte de este mosaico tan rico que actualmente conforma nuestro país, sin dejar a un lado las nuevas aportaciones que abren más posibilidades a la fotografía mexicana. lo que si es notable y muy gratificante es que hay cada vez más mujeres en este trabajo, en un principio aparentemente circunscrito a los hombres. Asimismo, sobresalen las propuestas gráficas más acordes a satisfacer la demanda de trabajo, así como a complacer las necesidades expresivas y estéticas de estos tiempos que por suerte nos tocó ver, vivir y registrar con el ojo vivaz de la cámara.

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